miércoles, 22 de junio de 2011

At last, last day of class!


Lágrimas, abrazos, besos, más lágrimas y la frase de todos los años: "Prometo llamarte, este año sí que sí" y la respuesta correspondiente "Por supuesto y yo a ti, te voy a echar muchísimo de menos" 
A ese último momento de curso se une la tensión acumulada por los exámenes finales, y los efusivos abrazos de gente que seguramente ni hayas hablado con ella durante todo el curso pero que sin embargo también provoca que el nudo en la garganta se haga mayor, aunque luego ni la vayas a echar de menos. Pero la verdad es que también crees que no vas a echar de menos a esa profesora que te ha estado molestando todo el curso y resulta que al final... también te cuesta despedirte.  ¿Suena irónico verdad?
Pues todo es absolutamente verdad, los propósitos son sinceros y llevan consigo toda la emotividad posible pero al final, como todos los años... 
seguramente nadie quede con nadie (aunque se hayan ido a veranear a la misma ciudad) y normalmente si sales de Madrid tampoco nadie llame a nadie mas de tres veces durante los tres meses correspondientes, y no es que esas personas dejen de importar, al revés, sino porque para llegar en Septiembre con millones de cosas que contar, antes hay que vivirlas intensamente y eso no se consigue si no se desconecta de Madrid, de su ruido, de su gente. Del Retiro, de la Gran Vía, de los atascos de la M-40, del ruido de los tacones y del viento de la llegada de los vagones de Metro.

Porque no, hay que saber discernir, y el verano es otra cosa: Es otro ambiente, otra estación, otros lugares, otras experiencias, otro tipo de sonrisas, otras personas, otros horarios, otras comidas, otros planes. Son esas cosas que nos llenan y recordamos durante todo el año para no olvidar que merece la pena el esfuerzo, porque luego tiene su recompensa.
 
En otras palabras, el uniforme puede ir guardándose solito en algún cajón perdido de la casa porque los vestidos, las toallas, las chanclas, los pantalones cortos y las camisetas de tirantes no le van a dejar espacio. Y al estuche y libros lo sustituirán la crema solar y las revistas. 

Y tras un curso largo, difícil y muy trabajado, por fin, después de tantos meses pudo decir lo que llevo esperando nueve meses:
Bienvenido Verano.
Pitu.

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