domingo, 21 de agosto de 2011

B. happy, B. free



Juré que no volvería a sucederme de nuevo… Volvió a pasar


Y volverá a pasar una y otra vez hasta que me conciencie de la realidad, 
recapacite 
y me dé cuenta cuál es mi posición exacta en estas trincheras en las que si no te cae por un lado, te acaba cayendo por el otro. 
Por intentar salvarte te hice daño, y lo siento, lo siento muchísimo. Nunca terminé de creer que fuese una pieza importante en tu vida.

Repaso mis lecciones delante del espejo y me digo que a la larga lo bueno es lo correcto, respiro lentamente y me vuelvo hacia la barra del bar, donde tú estás… Y tú que te conoces el mapa de mi alma ya sabes que hay un mundo detrás de mi mirada, sabes abrir mis puertas preguntándome si todo va bien, o algo va mal… Y aquí es cuando tus ojos me dejan de ser nada rompiendo en mil trocitos mi parte mas sensata, se queda mi teoría convertida en un montón de palabras”
Ya ves si soy idiota, que ahora te tendré que volver a olvidar… No hace falta que te jure querido compañero que no debí quererte sin embargo te quiero, así que no hagas trampas que sabes ya de sobra cual es mi debilidad”

Y una noche más no me puedo dormir, así que salgo a la terraza y me pongo a pensar, y aunque sacar conclusiones por las noches sea lo peor que se pueda hacer, por una vez concluyo algo que al día siguiente me sigue pareciendo buena idea, porque me reafirmo en la conclusión de que dejarte ser feliz será renunciar a serlo yo, pero que merecerá la pena. Renunciaría mil veces a un capricho -aunque ya hace tiempo que dejé de considerarte así- con tal de que tú seas feliz. 
No sé que tendrá ese nombre, pero a todos os da ese algo que os hace tan especial. 

Difícilmente podremos ser más que amigos, pero no importa, seremos hermanos
Nuestra relación no penderá de un hilo como la frase “lo dejamos”, “no es por ti, es por mí”, o “esta relación no tiene futuro”. No tendremos la obligación de hablar todos los días por teléfono, ni por whatsapp ni por nada que se le parezca. Cuando hablemos, será porque nos apetezca.
Me encargaré de ti, prometo cuidarte igual que tú hiciste conmigo aunque ya no pueda estar en tu casa cinco minutos después de recibir tu “que haces esta tarde nena?”.


No podremos pasarnos noches y noches en el aquel pub contándonos cosas mientras el camarero que nos atiende espía nuestras conversaciones, 
tampoco me irás a buscar al colegio en bicicleta, 
ni te veré cada mañana antes de entrar al colegio, 
y difícilmente me podrás acompañar a casa cuando ya no quede nadie por las calles. 
Pero nada de eso importará, tenlo claro.

Si te caes te levantaré, no dejaré que olvides cuánto vales. Y si es lo que de verdad te hace feliz, me ocuparé de que no estés a tres… sino a doce metros sobre el cielo.
Con más cariño del que nunca hubiera debido,
Nos vemos pronto,
P

1 comentario: