jueves, 20 de enero de 2011

Inception

 Esta noche la luna brilla especialmente. Por supuesto eso me recuerda a tí. No importa el tiempo que pase, la luna seguirá saliendo cada noche y brillará con la misma fuerza que entonces. Increíblemente anhelada, fuente de inspiración de grandes poetas, causa de miles de suspiros.
 Blanca, romántica, lejana, inalcanzable. Sin embargo todos los que allí han estado y han conseguido llegar a ella han descubierto y saben que simplemente se trata de una roca gris, sin vida, sin gracia y mucho menos romántica. ¿Cuántas veces hemos esperado impacientes a que llegara un momento para disfrutar de él y cuando ha llegado, sin embargo, era mucho menos de lo esperábamos? Tal vez simplemente, por haberlo esperado tanto, con tantas ansias. ¿Qué se supone que debemos de hacer entonces? ¿Dejar de soñar? ¿Dejar de mirar la luna y suspirar por su belleza porque sepamos que cuando lleguemos a ella no será como la esperábamos?
Al revés. Es el reflejo de algo muy grande. Es el recuerdo del sol, y el hecho de ser ese recuerdo es lo que la hace tan especial, porque forma parte de él. Nuestros recuerdos forman parte de nuestras acciones y lo que sentimos al recordarlas también. Por eso, muchas veces existe el miedo a recordar. Y a vivir de un recuerdo.
 Tal vez miedo a pensar que lo que hemos vivido no sea exactamente como los recordamos y eso cambie irremediablemente el curso de las cosas, y sobretodo, nuestra relación con las personas que forman parte de ese recuerdo.
 A veces los recuerdos no son más que deseos inconfesables que guardamos, que tal vez ni siquiera hayan ocurrido porque a base de recordar nuestro deseo acabamos afirmando la canción de Sabina "No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió". Pero tú sí sucediste. Tan claro como que la luna brilla hoy con más fuerza que muchos días.
Y qué le vamos a hacer, si gran parte de esos pequeños instantes, ya sólo son recuerdos.
P.

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