miércoles, 15 de diciembre de 2010

Inspiración


Primera hora de la tarde. Un montón de deberes a un lado de la mesa. Examen del Quijote el viernes. Pero el reto más importante: A la Navidad también llegan los poemas por lo que me encuentro ante una hoja completamente en blanco en la que tengo que escribir en el espacio que guste una poesía navideña; la fecha de entrega es mañana. Saco un boli, un tippex (siempre habrá que corregir) y al cabo de un minuto decido que será mejor sacar también un lápiz y una goma porque va a ser una operación un tanto complicada. 
Después de diez minutos sin tener siquiera una frase enchufo un buen repertorio de villancicos a mis oídos a ver si me inspiran un poco. 

Ya empiezan a salir algunas palabras mínimamente relacionadas con estas fechas, de hecho, incluso empiezan a salir versos, porque, por supuesto, la poesía tiene que rimar.
Cuando parece que la cosa mejora suena el teléfono, al retomarla de nuevo toda la inspiración se desmorona así que doy un par de vueltas por la habitación, garabateo el folio con alguna campana, un arbolito de Navidad y muchas estrellas, pero a mí se me está empezando a agotar la paciencia y la tarde se me echa encima.

Decido prepararme una infusión para relajarme y me siento delante del Belén para incrementar la inspiración… ¡hay que ver qué bien sienta!

Cuando vuelvo a la habitación entro en un estado profundo de concentración y empiezo a escribir como una loca.
Una vez finalizada recibo una llamada de una de mis mejores amigas que me presenta la misma frase que yo le iba a plantear: ¿Te puedo leer mi poesía? ¡La he terminado! (Por cierto, es increíble) Intercambiamos nuestros versos, nos animamos mutuamente y al colgar veo a mi Querido Don Quijote a un lado de la mesa. Me espera una larga noche, pero creo que por el aprobado merecerá la pena.
Aquí dejo el resultado de mi tarde, con cariño
P.



Un año más en el mundo
las calles se visten de adornos,
Ferrero Roche, polvorón
y pudin en todos los hornos.

En cuanto a las calles e Iglesias
no os podéis ni imaginar,
todos los belenistas
lo que se han podido esmerar.

Entre las calles de Madrid
bajo todo el alumbrado,
mirando a los ojos del Niño
en uno de ellos me he parado.

¡Menudo recibimiento!
Una posada en Belén,
con su lado únicamente
a María y San José.

¿Qué querría transmitirnos?
Él nos dio la libertad,
pero tanto fiesta, tanto regalo
¿nos hacen feliz de verdad?

Este año he decidido
que al mundo debemos parar,
y hacernos una pregunta
¿y la auténtica Navidad?

Debe de andar escondida
en los ojos de algún fiel,
en las monedas a ese pobre
o en la sonrisa de esa mujer.

Al árbol, los trajes, los dulces
no tenemos por qué renunciar,
tan sólo debemos combinarlos
con la verdadera Navidad.

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