domingo, 12 de diciembre de 2010

Con sabor a Navidad


Por fin, parecía que este año tardaba en llegar pero es que la Navidad es así… se hace esperar. Y hace bien. Las calles se han vuelto a llenar de adornos, un poco menos que el pasado por la crisis pero la Navidad se respira igual en las calles, en las tiendas, en las casas que ya están vestidas con los nacimientos, adornos y árboles. Realmente necesitaba que llegase. Lo echaba mucho de menos. Echaba de menos el entrar al Corte Inglés a completar la lista de regalos de mis primos mientras de fondo suena algún villancico de Diana Krall o Nat King Cole. Y también los guantes, las bufandas y los gorritos. Y disfrutar de cada momento navideño: Empezando por la Plaza Mayor, a la que es absolutamente obligatorio ir y pasar por delante de Cortilandia.


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Comprar chocolate caliente con churros. Coger un Ferrero Roche, quitarle el papelito dorado que nos indica que es un lujo el poder disfrutarlo y saborearlo lentamente. 

Pararse en cada puesto de castañas asadas aunque sea sólo par oler. Y poner los adornos en familia, con la chimenea encendida. Pararse en los escaparates de las tiendas que incrementan las ganas del 25. Envolver regalos y regalos y ver las caras de felicidad al abrirlos. 


Y hacer la lista de regalos que queremos desenvolver nosotros. Escribir tarjetas navideñas, comprar los sellos y enviarlos una semana y media antes de Nochebuena. También recibir las contestaciones. Y ver nevar. Que nieve muchísimo y que cierren el colegio para poder salir al jardín y echar una guerra de bolas de nieve como cuando era pequeña. 

Aunque el colegio tampoco está nada mal en Navidad, se respira otro ambiente. La concentración de cada niña esforzándose en hacer la poesía navideña más bonita, tierna e inspiradora. La emoción de la fiesta con todos los más pequeños disfrazados de pastores, ángeles o estrellas bailando. Y la actuación de las niñas del coro. Y sobretodo la ilusión de cada clase de perderse clase para inventarse el mejor villancico de todo el curso y ganarlo. Ensayarlo una y otra vez quedándonos afónicas pero llegando el último día lectivo de Diciembre y oyendo el nombre de nuestra clase como la ganadora. 

Me encanta encender la tele y ver que, como todos los años, echan esas películas de Navidad en la que el protagonista pierde la fe en Santa Claus y en todo lo referido a esta época y al final se da cuenta del verdadero sentido de todo y la recupera. Verlas todas seguidas, una detrás de otra en casa de mis abuelos tapada con una manta hasta la nariz. Y que mi abuela se ponga a cocinar mis platos preferidos mientras mi abuelo parte el turrón y nos invita a polvorones. Porque son esas cosas las que hacen a la Navidad tan especial, siempre que las sepamos combinar con ese pequeño Niño que está en el centro de todos los nacimientos en una cuna de paja esperando que podamos abrirle nuestro corazón a través de los demás. Intentar desgastarse en este tiempo de ayuda desinteresada y repartir felicidad.


Es una época para reencontrarse con gente que hace tiempo que no veíamos, para devolver favores, para reconciliarnos con aquellos de los que nos hemos distanciado por cualquier razón. Y también es una época para echar de menos a todos aquellos que no están con nosotros ya sea porque viven lejos o porque simplemente faltan. En estas fechas su ausencia se hace mucho más fuerte. Les echamos de menos sentados en la mesa con nosotros, o abriendo los regalos, o en Año Nuevo al abrazar a todos los que están a nuestro alrededor. Yo sobretodo echo de menos a mi madre, verla bailar en Nochebuena y Nochevieja con un precioso vestido negro, que me encienda una bengala y que me pinte la cara con purpurina. Pero también es en la época en la que más nos cuidan y se encargan de que nuestra Navidad tenga ese toque especial. Así que habrá que ayudarles.
¡FELIZ NAVIDAD!
P.

1 comentario:

  1. Tu entrada es preciosa, me lo pones dificil para hablar de Navidad!!!!!! :D (L)

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