lunes, 30 de mayo de 2011

Si no tienes nada bueno que decir mejor cállate.


Qué sabios S&G con su “The sound of silence”, nadie lo podía haber descrito mejor.
Porque no siempre una palabra bonita consuela. Y las explicaciones de cómo actuar en la vida no sirven para nadie más que no seas tú, a no ser que tengas un don. Pero siendo sinceros, qué poca gente lo tiene.

¿Hablamos de lo mismo? Neruda siempre tiene las palabras adecuadas, al igual que un tal Bécquer. Qué decir de los acertados versos de C. De la Barca que discierne entre los sueños y la realidad como si lo contase mediante una melodía, que encima lleva razón.
Pero no, ninguno de los tres apostó por un consejo mediocre ni un derroche absurdo de palabras.
Porque todo lo que decimos tiene repercusiones sobre otras personas aunque no lo notemos, y ellos lo sabían mejor que nadie.

Nadie tiene derecho a revelar aquello que no le pertenece, porque está en juego mucho más que un cotilleo, hablamos de algo más grande, hablamos de personas.
Qué menos que pensarlas detenidamente dos veces antes de pronunciarlas,  sobretodo si no son verdad, si se trata de una simple broma o un capricho.
Porque las palabras no son simples letras u n i d a s. Es igual que una bandera, ¿qué es en realidad una bandera? No es mas que un trozo de tela, pero, ¿qué sentido tendría entonces quemarla o sentir orgullo al ondearla? No es lo que es por sí misma, sino lo que representa, en este caso toda una nación, un estilo de vida, unos principios.

Pues las palabras reflejan lo que sentimos, y lo que decimos refleja lo que somos. ¿Es un “te quiero” simplemente ocho letras unidas? Pues no creo que las mariposas en el estómago entiendan de palabras o letras.

Elegir bien a quien encomendamos nuestra vida, no es importante, es esencial. Porque no se conoce ningún caso en el que la indiscreción haya hecho más fácil una vida.

 

P.

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